jueves, 12 de marzo de 2009

Las Funciones / El reproductor Mp3: ¿Y ahora, quién podrá defendernos?

Como si nos estuvieran enseñando a ser individuos apareció entre los ochentas y los noeventas esta moda fervororsa que hasta el día de hoy es un ícono de la sociedad y mejor amigo del ser humano. Me refiero al personal stereo, que pasó por cassetes a minidiscs, a cd players para convertirse en la actualidad en un diminuto objeto llamado Mp3 player o reproductor de Mp3. Y andamos todos con uno en el bolsillo y un par de audífonos nos aseguran que nada de lo que ocurra en nuestro entorno escucharemos. Si bien ofrece el agrado de tener a todos nuestros artistas reducidos a algo que no entendemos pero suena y suena bien, por otra parte es el seguro de vida del individualismo. Y si la sociedad se conforma por individuos individualistas y no sociales, no existe tal sociedad, sería una individualidad. Entonces este dispositivo aparentemente inofensivo se encarga de mantenernos ensimismados en nuestro ser, sin mirar al lado, o al menos, sin escucharlo. Y qué mejor para un sistema que pretende que nos separemos para que hagamos revuelta y alguna y así seamos "átomos" y que, si nos juntamos, sea a consumir unicamente pero que ni nos veamos cuando tengamos la oportunidad de comportarnos como sociedad: en la calle, en el metro, en el bus, en la micro, en el taxi, en la universidad, el colegio, etc. y ocurre que ponerse estos audífonos al oído es decirle al mundo y al resto de los seres "no te escucho" y pero aún, "no tengo ningún interés de escucharte". Lindo mensaje, símbolo del respeto que nos tenemos y lo mucho que nos queremos como sociedad: cero.
Eso desde el punto de observación de la sociedad y nuestros hermanos humanos y otros seres. Pero este dispositivo ofrece también la función de pseudosatisfacer la necesidad de instrospección o la calma que buscamos los seres humanos. Si vivimos en un mundo que es reinado por un sistema sumamente agobiante, este Mp3 player juega el papel de "aliviador" de nuestras inconformidades o problemas. Entonces, cantando una canción se nos pasó el dolor, la angustia, la rabia, la pena. Pero la verdad es que mañana cuando despertemos seguiremos sintiendo lo que sea que intentábamos eludir con el audífono. Y ahí va denuevo directamente al oído el ultimo reggaetón del mes o la mejor sinfonía de mozart, da igual, nos levantamos a oídos sordos y el mundo pide auxilio a gritos. ¿Y ahora, quién podrá defendernos?
He visto familias en que cada uno tiene el suyo propio. Van juntos por el parque y cada integrante tiene el suyo encendido. Y me pregunto ¿en qué quedaron las risas de los niños, los pololeos de esos padres? Hasta este nivel de individuos hemos llegado.
Preoupante.

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