domingo, 29 de marzo de 2009

El hombre originario


Un hombre pasa a mi lado. LLeva consigo una carreta, un pequeña, de estas de una rueda delantera y dos mangos para acarrearla. Lleva en ella unos pocos palos. Es un hombre pequeño de estatura, viejo y un poco enfermo. Tendrá unos 70 años de apariencia, rústico, muy rústico y en eso y su sinceridad radica principalmente su apariencia bella, su presencia honesta y humilde. Muy distinto del hombre sofisticado al que estamos acostumbrados a ver en la ciudad, ese hombre limpio por fuera, de estética intachable o al menos mentirosa, esa estética que el hombre ha decidido de manera pensante y estratega para sí, mientras que este real caballero que acaba de pasar a mi lado, ofrece una imágen personal que la ha decidido su instinto, simplemente las huellas de una vida con decisiones tomadas en el andar de un camino que tiene por objetivo parar su propia casa con sus propias manos y con ellas también trabajar la tierra que le dará el alimento del mañana.

domingo, 15 de marzo de 2009

La ciudad como motor del sistema actual / Un horizonte en movimiento


Hace un tiempo que vivo fuera de la ciudad. Ocurre que acá la percepción y concepción del tiempo es inevitablemente distinta. El tiempo recobra su valor de generador de experiencias. Cada momento no es sólo un minuto, es mucho más que eso y el reconocer al tiempo por la calidad de experiencias en vez de por la cantidad de ellas que vivamos por segundo es recobrar el valor de la vida. En la ciudad uno vive a 100 cosas/seg, como si dijeramos 100 Km/h que es la unidad de medida de la vida detrás del volante de un automóvil. La ciudad y sus artefactos están dirigidos hacia un ser humano robotizado, mecánico y polivalente en función del sistema, capitalista y globalizado, individualista y atomizado. Hemos perdido el respeto al mundo desde todos los ángulos posibles. Dejan de ser reales las distancias, son efímeras arriba de un automóvil, el metro, la micro, el taxi, el avión, el helicóptero, etc. Se pierde el respeto por las experiencias. Los instantes resultan imperceptibles ya que inmediatamente ocurre otro acontecimiento trás de él. De esta manera perdemos también nuestra bella capacidad de asombro. Ese concepto que tengo inserto en la memoria ya que tuve la suerte de haber tenido algún profesor de filosofía que se detuvo a enseñarnos un poco de aquello en el aula. Y era como escuchar poesía pero hablando de seres humanos. Cuando los seres humanos no eramos una amenaza para el resto de los seres, al menos no al nivel que lo somos hoy en día. Y puedo observar desde lejos como la ciudad te obliga a andar a su ritmo, que a medida que sea considerada mayor o menor desarrollada, será ése tempo más o menos acorde con el del mundo globalizado. La ciudad te hace conocer el segundo y sus milésimas, hasta el punto de asombrarte sólo de la gran cantidad de cosas que puedes hacer en un día. Si tan solo la mitad de esas cosas fueran en torno al ser intimo, al menos hacia la naturaleza o simplemente en valor de la sociedad, estaríamos construyendo un mundo mejor. Pero de lo que recuerdo y con nostalgia debo admitirlo, el 99% de las cosas que hice en mi vida de ciudadano en metropolis, eran para mi trabajo. Y sentía crecer cuando el creciemiento es una unidad económica, sí, era muy grande para ellos. Resulté ser muy funcional, casi robotizado si no fuera por mi falta de concentración, o déficit atencional para que quede claro que en medicina es algo desafortunado en tanto la palabra "déficit" viene de deficiencia y eso significa que algo me falta por lo que no podré considerarme completo, entonces era casi muy eficiente. Impensable detenerse ya que la ciudad promete no esperar y te muestra gráficamente cómo anda de rápido y es cosa de mirar al horizonte (increiblemente en movimiento) para observar cómo te vas quedando atrás. Y como nos criamos para correr e incluso estudiamos una "carrera", estamos muy bien entrenados para no permitirnos tamaña atrocidad: Quedarnos atrás. Atrás de qué? de seres que han sido capaces de escalar en la escalera social usando de soportes de apoyo o escalones las cabezas de sus hermanos, amigos o simplemente pares. Porque así es como se sube en esta sociedad. Ya no importan los valores ni principios, puedes guardartelos en el bolsillo y mejor dejarlos caer, alivianando peso, llevarás menos carga y tendrás más espacio en la mochila para acumular los billetes. Eso es jugar Metrópolis, tirar los dados y plantar edificios como si fuera una enfermedad. Y bien que aprendimos, a 60 años del lanzamiento del afamado juego de salón, hemos criado a nuestros hijos bastante bien; es cosa de mirar en qué se han convertido nuestras comunas. Ha desaparecido incluso el concepto de Barrio residencial, son ahora todos los barrios, comerciales, industriales y residenciales a la vez. Hemos convertido a los lugares en que vivimos en lugares inhóspitos para la vida. Reemplazamos los árboles por paraderos y basureros y plantamos colillas en vez de flores. Estamos mal.
Declaro mi deficiencia atencional y mi ineficiencia sistemática ya que el tiempo son las vivencias y afortunadamente ya no vivo en una ciudad.

jueves, 12 de marzo de 2009

Las Funciones / El reproductor Mp3: ¿Y ahora, quién podrá defendernos?

Como si nos estuvieran enseñando a ser individuos apareció entre los ochentas y los noeventas esta moda fervororsa que hasta el día de hoy es un ícono de la sociedad y mejor amigo del ser humano. Me refiero al personal stereo, que pasó por cassetes a minidiscs, a cd players para convertirse en la actualidad en un diminuto objeto llamado Mp3 player o reproductor de Mp3. Y andamos todos con uno en el bolsillo y un par de audífonos nos aseguran que nada de lo que ocurra en nuestro entorno escucharemos. Si bien ofrece el agrado de tener a todos nuestros artistas reducidos a algo que no entendemos pero suena y suena bien, por otra parte es el seguro de vida del individualismo. Y si la sociedad se conforma por individuos individualistas y no sociales, no existe tal sociedad, sería una individualidad. Entonces este dispositivo aparentemente inofensivo se encarga de mantenernos ensimismados en nuestro ser, sin mirar al lado, o al menos, sin escucharlo. Y qué mejor para un sistema que pretende que nos separemos para que hagamos revuelta y alguna y así seamos "átomos" y que, si nos juntamos, sea a consumir unicamente pero que ni nos veamos cuando tengamos la oportunidad de comportarnos como sociedad: en la calle, en el metro, en el bus, en la micro, en el taxi, en la universidad, el colegio, etc. y ocurre que ponerse estos audífonos al oído es decirle al mundo y al resto de los seres "no te escucho" y pero aún, "no tengo ningún interés de escucharte". Lindo mensaje, símbolo del respeto que nos tenemos y lo mucho que nos queremos como sociedad: cero.
Eso desde el punto de observación de la sociedad y nuestros hermanos humanos y otros seres. Pero este dispositivo ofrece también la función de pseudosatisfacer la necesidad de instrospección o la calma que buscamos los seres humanos. Si vivimos en un mundo que es reinado por un sistema sumamente agobiante, este Mp3 player juega el papel de "aliviador" de nuestras inconformidades o problemas. Entonces, cantando una canción se nos pasó el dolor, la angustia, la rabia, la pena. Pero la verdad es que mañana cuando despertemos seguiremos sintiendo lo que sea que intentábamos eludir con el audífono. Y ahí va denuevo directamente al oído el ultimo reggaetón del mes o la mejor sinfonía de mozart, da igual, nos levantamos a oídos sordos y el mundo pide auxilio a gritos. ¿Y ahora, quién podrá defendernos?
He visto familias en que cada uno tiene el suyo propio. Van juntos por el parque y cada integrante tiene el suyo encendido. Y me pregunto ¿en qué quedaron las risas de los niños, los pololeos de esos padres? Hasta este nivel de individuos hemos llegado.
Preoupante.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Las Funciones / El crucigrama

Los crucigramas son intructores serios. Por una parte, tienen la facultad de obligar a la gente a recordar conceptos que el creador del crucigrama pretende que sean rememorados por el inocente lectorjugador. Por otra parte, pone en tela de juicio al inocente y su sabiduría, tema especialmente sensible ante el ego de las personas. Entocnes, cuando no sabe, se informa, busca la fuente más adecuada y responde, ahora más "sabio" que antes, el crucigrama. Esto le da al creador del juegeo la facultad de instruir de manera específica y muy penetrante al inocente que, al ser enjuicioado como ignorante y antes de ser descubierto, correrá a instruirse voluntariamente y responder a la brevedad. En la actualidad los crucigramas no buscan enjuiciar vocabulario, sabiduría filosófica, ni siquiera el valor histórico en la memoria del jugador. Se dedican, más a bien a recordar sobre artistas de espectáculos, deportistas que usan ropas de marca, líderes sociales cuya imágen se decide es digna de mantener vigente. Fórmulas químicas ( no he podido dilucidar el afán de las intituciones de que la sociedad esté al tanto de esta información netamente científica) y religiones, personajes católicos, víorgenes, etc. ¿Es entonces este juego una simple entretención para matar el tiempo, tanto más valioso en reflexión o encuerntro con unos mismo?