domingo, 29 de marzo de 2009

El hombre originario


Un hombre pasa a mi lado. LLeva consigo una carreta, un pequeña, de estas de una rueda delantera y dos mangos para acarrearla. Lleva en ella unos pocos palos. Es un hombre pequeño de estatura, viejo y un poco enfermo. Tendrá unos 70 años de apariencia, rústico, muy rústico y en eso y su sinceridad radica principalmente su apariencia bella, su presencia honesta y humilde. Muy distinto del hombre sofisticado al que estamos acostumbrados a ver en la ciudad, ese hombre limpio por fuera, de estética intachable o al menos mentirosa, esa estética que el hombre ha decidido de manera pensante y estratega para sí, mientras que este real caballero que acaba de pasar a mi lado, ofrece una imágen personal que la ha decidido su instinto, simplemente las huellas de una vida con decisiones tomadas en el andar de un camino que tiene por objetivo parar su propia casa con sus propias manos y con ellas también trabajar la tierra que le dará el alimento del mañana.

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